Entrevistas

Decolonialidad, capitalismo y moda: Una conversación con Loreto Martínez del Colectivo Malvestidas.

Fuera del Teatro Nacional de Santiago me junté con Loreto Martínez, quien junto a Tamara Poblete se encuentran detrás del Colectivo Malvestidas, el cual viene activando espacios a nivel regional para entender y reaprender nuestra relación con la indumentaria.

Loreto viene del área del diseño escénico y el activismo performático, y, cómo pude notar a lo largo de la entrevista, esto le ha permitido poseer una óptica particular en torno a la manera en la que el indumento se resignifica en contextos del sur global, que lo llevan en muchas ocasiones a ser parte de resistencias y luchas.

Y así empezamos a conversar, preguntándonos de dónde vienen las estructuras de poder y opresión que han moldeado la manera en la que actualmente vemos y nos relacionamos con nuestras prendas.

Si deseas escuchar la conversación o acompañarla con la transcripción:

Diana Orihuela – Crapsforyou:

No sé si podríamos tal vez partir dando una definición de lo que es lo decolonial.

Loreto Martínez – Colectivo Malvestidas:

Yo creo que para mí lo principal es entender la decolonialidad como una práctica, no solo como un campo de investigación. Tiene que ver con cómo vivimos, cómo nos relacionamos y cómo nos pensamos y deconstruimos a nosotros mismos. Creo que siempre es un intento, un ejercicio permanente. También lo cruzo mucho con el feminismo, que finalmente creo que en lo que se junta es en tener conciencia de la jerarquización de las personas, de las culturas y cuestionar eso y tratar de cambiar ese ordenamiento de poderes que es sumamente injusto y doloroso. Y yo creo que quienes vivimos en los sures, por ejemplo, tenemos esas heridas comunes de historias invisibilizadas, de bibliografías silenciadas.

¿La vía para darse cuenta de todo lo que mencionas consideras que es colectivo o es un proceso personal?

Yo creo que todes somos colectivamente. O sea, todos los aprendizajes, para bien o para mal, tienen una herencia. Así como hay visiones profundamente coloniales que se heredan, también hay rebeldías a esas visiones que uno encuentra en vidas, en otras generaciones, etc. Es como que el conocimiento se va tejiendo siempre de manera colectiva. Sí, no, nunca lo pensaría como algo tan individual. Yo creo que todas necesitamos también y por eso el activismo, por ejemplo, es tan importante. Aunque no todo el mundo tal vez va a ser activista, pero sí instala y socializa ciertas problemáticas y ciertos modos de hacer en lugares en donde incluso se niega eso o se quiere invisibilizar. Ahí está el activismo, molestando y metiendo dedos en la herida y también problematizar y generando conocimiento y buscando maneras más, yo creo que, sanas y felices de vivir también.

Y ¿cómo consideras que se vincula el indumento o el diseño de modas con lo decolonial o con colonial?

Estoy pensando una imagen muy, muy, muy primaria de cómo entendemos el cuerpo, incluso desde el colegio. Pensar la historia del arte, pensar la biología, siempre ha estado determinada por el conocimiento que se ha generado desde el norte hacia el sur. Y desde ahí vamos heredando, instalando en nosotros además, cánones de belleza, por ejemplo, que son sumamente violentos porque no corresponden a nuestra manera, ni nuestra fisiología, nuestro cuerpo, nuestro color de tez. Entonces es siempre vernos subyugados a un anhelo que no se va a lograr cumplir. Y desde ahí, eso es profundamente colonial. Ir tomando conciencia de eso, ir subvirtiendo eso, socializado, creando nuevas formas de entender lo bello del cuerpo, vendrían a ser como acciones de coloniales o anticoloniales, porque también hay un debate interno entre lo decolonial y lo anticolonial.

¿Cuál sería la diferencia entre lo decolonial y anticolonial?

Mira, yo no te podría dar, una definición académica. Me sentiría irresponsable; pero sí, creo que son lugares de enunciación que tienen una diferencia política entre lo anticolonial, como una lucha que se acuerpa. No es solo un campo de investigación y la ficción. Lo digo muy inspirado en el trabajo, por ejemplo, de Mujeres Creando de María Galindo, que ellas se posicionan desde un lugar anticolonial.

Retomando un poco lo que estabas hablando de la belleza, de la manera en la que nosotros vemos nuestro cuerpo, tratamos nuestro cuerpo también. Todo eso se vincula mucho a la moda, ¿no?

Una de las maneras de instaurar ciertos prototipos ha sido la moda y entender que la moda también se origina en un momento, hace un discurso construido también. Para mí es muy difícil, por ejemplo, estar en Latinoamérica y no reflexionar qué serían los estudios críticos de moda aquí, por ejemplo, cuando todavía no tenemos una industria de moda fuerte. No es el mismo peso.

¿Tú consideras que se necesita una industria fuerte para que tengan una base esos estudios críticos?

Yo pienso que deberíamos partir por en Latinoamérica cuestionarnos nuestro vínculo con la indumentaria más allá de la moda, entender que tenemos, por ejemplo, una herencia ancestral en donde la relación con la indumentaria no pasa por la moda eurocéntrica. Pienso, por ejemplo, en el mundo de la cosmovisión andina, la mujer que teje el telar se lo amarra a la cintura, el telar de cintura en conexión al vientre. Y desde ahí teje con el otro extremo, amarrado a un árbol. Y en ese vínculo genera vida y se entiende el textil como un ente vivo. Eso, por ejemplo, no tiene nada que ver con moda y es algo totalmente situado y local y profundamente inspirador, también. Además, lo encuentro muy revolucionario: que nuestro nexo con lo material no sea sólo como un objeto a nuestro servicio, sino también como un ente vivo, capaz de incidir en nuestra vida y de transmitir, de dialogar con nosotros. Esos lugares, para mí son super interesantes de indagar, de investigar, de visibilizar.

Sobre todo, con esta noción de moda como de fabricación de bienes de consumo solamente, que incluso de los cuales estamos disociados afectivamente. Lo vi bonito y ya me lo compro y ya está. No hay ese vínculo profundo o simplemente significativo.

Sí, sobre todo en este contexto de crisis eco-social extrema, en donde la hiper producción de indumentaria, nos ha creado un problema tan fuerte que incluso en la industria de la moda se está pensando a sí misma para lograr resolver. Y que además se vuelve a generar estas jerarquías culturales en donde se produce de manera muy precarizada en ciertos contextos para que se consuma en otros contextos que luego se desechan a países como sur global. O sea, aquí mismo, en Chile, en el desierto hay un vertedero que es uno de los más grandes a nivel mundial. Y claro, todo ese material de desecho está totalmente determinado por la hiper producción y la moda, de manera más tradicional como se entiende, necesita que tengas esa desafectación con lo que consumes para que caigas en esto de ir cambiando a tendencia a tendencia, pero en mi trabajo, así como más cotidiano, en mis vínculos, yo veo que subsisten maneras de relacionarnos con la indumentaria muchísimo más profunda, incluso en personas que tal vez no tienen esto como un campo de investigación, pero que ha sido totalmente silenciada esa manera de vincularnos por esta frivolización. Nuestra relación con la ropa está determinada por el consumo por verse de determinada manera, bien, blanquearse. Pero, por ejemplo, yo creo que todos tenemos historias de prendas de las cuales uno no se quiere deshacer, prendas que te recuerdan a otra persona, memorias familiares, cosas que uno hereda. Ese vínculo afectivo, yo creo que también es un vínculo político porque te transforma la manera de vincularte con el objeto. Ese objeto no vale lo mismo que algo que después voy a botar.

Porque finalmente vivimos en una sociedad capitalista, ¿cómo ves el habitar ese tipo de sociedad, estar inmerso dentro, y mantener esta óptica?

Yo creo que todos habitamos el capitalismo desde la contradicción; que es imposible evitar el capitalismo si no vivimos en contradicción, porque la estructura, la jerarquización social a todos yo creo que nos provocan en mayor o menor medida esas contradicciones, ¿no? Como tú sabes, ya todos sabemos cómo se construyen las prendas en estos sistemas de moda rápida. Sin embargo, para muches es la manera más económica de acceder al vestirse sin sentirse también discriminados. Porque también pasa eso en sociedades tan clasistas, racistas como es Chile, por ejemplo. También el código vestible implica cómo te traten, claro, sumado el color de tu piel. O sea, pensar que la indumentaria siempre es un cuerpo el que la soporta, el que la lleva, el que la porta, entonces siempre está cruzado con eso. Una prenda puede ser muy disruptiva en un cuerpo y en otro, no. Bueno, siempre el habitar el capitalismo, para mí, es una habitar en contradicción. Yo, la verdad, trato de, más que enjuiciar individualidades, es como pensar de maneras más colectivas: cómo podemos ir cambiando ciertas cosas para reencontrar una coherencia que creo que nunca he habitado el cien por ciento, como el sentir que uno vive es que es imposible, como que tendría que cambiar toda la sociedad.

Pero uno trata de dar lo mejor.

Sí, ir acercándose a maneras más coherentes, más amables, no desde un lugar ingenuo de la amabilidad, sino más empática con las diversidades sociales que hay. Y eso yo creo que es sobre todo creativo, porque sí, es desafiante. O sea, es muy difícil encontrar una solución total. O sea, yo creo que tiene que ver con el consumo, que es algo que a una micro escala uno puede más o menos manejar: consumir menos, yo creo que es fundamental. Y también ir cargando de sentido a las cosas que uno consume. O sea, incluso la palabra consumir ya también es algo que deberíamos dejar de normalizar tanto. Nuestros vínculos con la materia, con los objetos con los que nos rodeamos, están atravesados también por una emocionalidad, por una política, una estética. Creo que la indumentaria es, potencialmente, la que democratiza también el acceder a una estética. A diferencia de otros lugares del arte, que es más difícil democratizar. Todes nos vestimos y todes salimos día a día y enfrentamos a otres y acompañamos a otres con esta indumentaria. Entonces, también es una manera de portar tus memorias, tu identidad.

Sí, y también es complejo. Porque, claro, como tú decías, la prenda también carga con un significado social ante las otras personas. Y esto implica también, por ejemplo, no sé, ciertos espacios con códigos de vestimenta como muy asentados, que te pueden permitir acceder o quedarte afuera de ciertas oportunidades.

Por eso digo, como que nunca hay una ausencia de contradicción y uno siempre tiene que estar como sopesando lo que se gana con lo que se pierde. Yo creo que debe ser una pregunta permanente para todos los activismos en general: qué batallas se dan, cómo se dan. Es complejo. Yo creo que esa es la estrategia también del capitalismo, en bombardearnos de tantas cosas que nos agote, agote la lucha.

Claro, porque eso también pasa en este proceso de contradicción que tu mencionas: uno está, a cada rato, autoexaminándose. Y también incluso muy fácil podemos empezar también a juzgarnos. “Uy, no, me compré esto. ¡Qué mal! No estoy siendo coherente”.

Y dentro de los activismos también sucede mucho: estas policías de la moral, que nos empezamos a juzgar unas a otras. Yo creo que las estrategias, y también las articulaciones tienen que ser estratégicas para lograr ciertos objetivos en común. Es muy difícil que una colectividad esté atravesada siempre por los mismas dolores y por el mismo objetivo en común. Y desde ahí para mí ha sido un poco eso. Con Colectivo Malvestidas trabajamos ciertas temáticas, con otras agrupaciones u otras obras con las que trabajo, otras, etc. Es más fluido también. Y sí, es complejo, porque también el presente demanda. Deberíamos todos ponernos en una cruzada por, por ejemplo, cambiar nuestros paradigmas de producción.

Lo digo ya muy desde mi clave personal, pero cómo no sentirnos desanimados o desmotivados ante este tipo de luchas, que son más macro, que son estructurales, que tal vez se escapa un poco de nuestras manos, como cambiar el sistema de producción.

Yo creo que, o sea, también te voy a responder desde un lugar muy personal, porque creo que es muy personal esa respuesta; pero para mí la colectividad, el nutrirme también de otres, nutrirme también energéticamente de otres, ha sido una estrategia de permanencia; además que son vínculos no sólo políticos, sino también afectivos. Creo que también la creatividad y el humor, que para mí van de la mano también ha sido como una estrategia que me da fuerza. Me entusiasma hacer ciertas cosas. Los proyectos con Colectivo Malvestidas para mi no solo son estrategias políticas para lograr… sino también hay placer en crear. Hay placer en repensar ciertas cosas. Sí, ese movimiento interno también, ese cuestionarse. Para mí también es un espacio placentero. Eso se me ocurre así como desde un lugar más personal: afectividad, colectividad y creatividad.

¿Cómo ves que está yendo ese proceso de volver a la afectividad, tal vez con el indumento, a replantearnos nuestros patrones de consumo de moda?

Yo creo que es esta misma estructura colonizadora que tenemos tan integrada en nuestra cabeza y en nuestras estructuras de acceder al conocimiento, como la academia. Todo el mundo académico son estructuras bien coloniales. Y desde ahí yo a veces pienso y siempre me cuestiono, no te podría decir si es blanco o negro, pero a veces pienso que hay un captar todas estas discusiones que vienen muy del norte y tomarlas como la vanguardia en el sur. Esto también se capitaliza, y a veces lo miro con sospecha, como bueno, pero hasta qué punto estamos realmente conscientes y dispuestos a perder, a hacer transformaciones radicales. Porque creo que la mirada a decolonizar o anti colonizar es bien profunda, y significa también pérdida, como todo cambio y transformación radical social.

Un proceso de duelo, también.

Sí, a veces sí. Sospecho, como bueno, ¿qué tan en serio estamos?

¿Sospechas de lo que ocurre?, o sea, de esta mirada decolonial que ocurre en el norte.

Como modas que se traspasan de norte a sur nuevamente, además. Y creo que todavía estamos en tal vez en un lugar muy incipiente como para llegar a un análisis tan concreto. Pero sí veo que hay urgencias, que tal vez vienen desde otro lugar que no es tan académico, por visibilizar otras maneras totalmente distintas a nuestra relación con el cuerpo, con lo que vestimos, lo que portamos. Y lo estoy pensando más desde movimientos sociales, desde comunidades trans, por ejemplo, o no binaries, identidades fluídas del género, activismos de la calle, como se suele decir. Sí, ahí yo veo que hay una urgencia que me encantaría que lograra constituirse en algo colectivo que trasciende fronteras y que tal vez tiene otro nombre y que no tiene que ver con los estudios de moda. ¿Me entiendes? Porque para mí es un concepto que tiene una violencia intrínsecamente, que habla de un norte, que habla de una economía, de un vínculo con el capitalismo. Y a veces me pregunto bueno, ¿por qué? ¿Por qué queremos hacer este ejercicio de lavar este concepto y volverlo a extender tanto sus límites que también otras maneras de vincularnos, que no pasan por la moda, también estén dentro de los estudios de moda? A veces pienso que se amplía mucho el concepto de moda y hay otras prácticas vestibles que no quieren insertarse ni que se les vincule a ese concepto, que tiene que ver con la industria. Sí, ese es mi cuestionamiento bien contradictorio.

También el llamarlo, claro, el denominar simplemente tal vez una prenda como tal: como una prenda, como indumento.

Sí, sí, puede ser. Yo todavía no encuentro la palabra, pero creo que, sin duda, nuestro vínculo con la indumentaria excede a la moda. Hay todo un campo ahí de investigación, que no sé cómo llamarle, pero que sucede y que no tiene que ver sólo con lo que se está produciendo, investigando en la Academia, sino en otros lugares de conocimiento. O sea, ¿cómo no va a haber conocimiento en un textil que se produce desde ese lugar, que te comentaba, que es “estoy creando un ser”? O sea, ahí hay un conocimiento muy profundo.

Claro, y el denominar eso moda para ti es…

Es como seguir alimentando este concepto que creo que tiene un origen, tiene todo un peso, que me parece importante tomar conciencia de ese peso más que limpiarlo, blanquearlo, volverlo un concepto tan fluido que ahora todas nuestras relaciones con lo vestible caben dentro de eso.

Exacto. Sí, porque yo he escuchado varias perspectivas en torno a lo decolonial en la moda. Y claro, una de estas, que es lo que he escuchado bastante, es cortar esa diferenciación entre lo que es moda y lo que, no sé, se denomina como folclore, o trajes típicos, y hacer que la moda abarque también eso. Y eso es la perspectiva de decolonizar un poco este concepto que viene de Occidente. Pero es interesante ver otras formas, también, de entenderlo, como el tuyo, que para ti es como “no, que moda se quede allá; que se queden ellos con moda y nosotros hacemos lo nuestro”.

Que también es la palabra en sí. Por lo menos en castellano, moda es mucho más amplio incluso que la indumentaria. Tiene que ver con tendencias, más allá del sólo cómo te vistes. Hay cosas que están de moda, cosas que no, hay un sistema moda. Me parece que todo eso no se debería invisibilizar, y una manera de invisibilizarlo es expandir tanto que todas las demás, las otras maneras de relacionarse…, creo que hay que ser más exhaustivos en la utilización de los conceptos. Eso es lo que me pasa. Es algo que yo también, no sé, me cuestiono y por eso también el encuentro que organizamos se llama Moda Desobediente, que es como una contradicción. No es una solución, siempre lo pensamos como “¿puede ser la moda desobediente, puede ser la desobediencia, una moda?”.

Y este tipo de propuestas de resistencia, tal vez de entender el indumento o el textil, así como tú dices, de estar pariendo un ser vivo, ¿eso sería una práctica desobediente ante la moda?

Yo creo que, o sea, ese tipo de práctica desarticulan totalmente la moda, como tradicionalmente se entiende la moda. Sí, totalmente.

Me quedé pensando en la escena…

Yo también pensaba que… yo creo que también lo digo un poco, porque, como te contaba al inicio, mi vínculo con lo vestible tiene que ver con entenderlo como una herramienta de expresión, además, muy sensible porque es portada por otro cuerpo con el cual uno también trabaja. Uno como diseñadora escénica, diseñadora de vestuario escénico, puede tener referentes de moda. La moda es algo que te puede alimentar, como el cine, como las tradiciones populares. Qué sé yo, pero tu hacer excede el concepto moda. Son piezas únicas, con fines que no tienen que ver con lo comercial. Entonces, también es un campo muy nutritivo de generación de conocimiento e investigación. Y creo que se diferencia también de estudios de moda, por ejemplo.

Claro. También es que a la hora que nos acercamos a las prendas o al textil mismo, o a una tela, siempre es desde esta noción de la comercialización, de que se vuelve una mercancía, o que es una potencial mercancía. La tela es una potencial mercancía. No es algo en sí mismo. Es algo que va a tener que transformarse para obtener un valor. Lo mismo con los hilos, me pongo a pensar… No soy diseñadora, pero me pongo a pensar cómo desde ahí se forja un poco la mirada. Este hilo no es algo que está terminado, es algo que tiene que recién crearse. Algo que recién tiene que diseñarse, no como algo que ya está diseñado, creado en sí y ya está. Punto. Hilo se queda, hilo es. Entonces, claro, me pongo a pensar que hablar sobre esto, que hemos estado hablando, es realmente cambiar el chip mucho más profundo de lo que yo pensé, realmente, porque es volver a mirar de una manera mucho más, no sé,… Como si fueras un bebé, realmente, desaprender toda esa mirada que te ha hecho pensar que el indumento tiene un valor solamente en el momento en el que se vuelve una mercancía. Y eso es sumamente profundo, ¿no? Porque no es fácil quitarse todo eso y decir, y admirar una prenda por el simple hecho de ser una prenda y de la manera en la que está hecha, o un hilo o un textil por la manera en la que está ahí, y no tanto por el cuánto me costó, qué logo tiene encima, qué puertas me va a abrir, etc. Y es complejo.

Y esas complejidades tampoco se pueden obviar. O sea, también coexisten. Por eso te digo, o sea, uno no lo puede invisibilizar, sobre todo en nuestras realidades tan precarizadas que, por supuesto que hay realidades en las que uno tiene que tranzar para obtener ciertos objetivos. Por eso pienso que, en realidad, habitar el capitalismo es, siempre, un lugar muy contradictorio, sobre todo para quienes hemos sido históricamente precarizados dentro del capitalismo. Uno no le puede exigir a alguien que necesita encontrar trabajo que no ceda ante ciertas exigencias de códigos vestibles y se vista de determinada manera. O pienso también en situaciones incluso más extremas, como disidencias sexo genérica que, para ciertos contextos, vuelven a esta imposición del género para poder sobrevivir. Entonces es así, también. Es así. Yo creo que ese lugar puro es bien, a veces inspirador, a estas figuras, sobre todo cuando uno lee historia feminista, o de lucha de clases. Hay voces que uno dice “guau, qué nivel de lucidez” y estudia sus vidas y esas radicalidades son muy inspiradoras, pero es compleja la realidad contemporánea, súper compleja, diversa. Ahí hay que, por un lado, yo creo siempre en mimarse a uno mismo. O sea, no ser tan duro con uno, pero tampoco ser tan floja. Pero, para mi son preguntas también.

Son preguntas que no sé si llegarán a resolver.

Quién sabe, quién sabe, pero también yo creo que el intento da sentido. Y uno va encontrando también que no es un camino tampoco tan solitario. Yo creo que seremos muchos quienes habitamos estos contextos desde esos lugares. También con esa contradicción lúcida también, de saber que uno está en contradicción.

¿Qué tan importantes son la presencia, la existencia de colectivos para forjar esta mirada como más, no sé, contestataria, más real, tal vez?

Bueno, yo creo que el hecho mismo de crear y ser en colectivo es bien revolucionario, porque, bueno, sobre todo en el mundo de la moda, que hay siempre grandes diseñadores, grandes marcas, apellidos como individualidades, ya pensarse en colectivo es siempre más conflictivo, porque uno tiene que seducir a tus compañeros a tus ideas. A veces hay que discutir y confrontar, debatir. Hay que estar dispuesto a eso, pero yo creo que es una práctica que en sí misma, más allá de los efectos que tengan en otras personas, es bien revolucionario hoy en día, en donde el like personal, ser influencer de manera individual, está todo muy naturalizado, el destacar. Y que además está respaldado por… O sea, el capitalismo te lleva a eso, porque estamos todes tan precarizades que también no s hace competir y estar en colectivo es dejar de competir en la grupalidad; y al revés, potenciarse a través de los otros y también ser capaz de decir “oye, ¿sabes qué?, tu idea en realidad está mejor que la mía. Vamos, te sigo”.

Un poco que desafiar este modelo jerárquico.

Totalmente. Y también cómo se desvanecen ciertas autorías en pos del colectivo. Con Tamara es algo que siempre nos hemos desafiado a eso. Nos hace sentido. No sabemos si es más fácil o no, pero nos hace mucho sentido. Y también el que sea este monstruo de dos cabezas, Tamara-Loreto, pero también con la posibilidad, como no binaria, de ser más cabezas, invitar a otras personas que también nos nutren, nos inspiran y desde ahí se vuelve un colectivo más fluido. Eso también yo creo que, sí, también da fuerzas.

Y, ¿tú consideras que puede haber activismos o colectivos dentro de la moda?

Yo creo que los hay. Yo creo que la pregunta de cualquier activismo es ¿estoy logrando mi estrategia? O sea, una estrategia efectiva. Eso puede ser muy diverso. Habría que ver qué casos, pero yo veo que los hay, el movimiento de moda lenta, por ejemplo, de producir desde otra cadena con otro impacto.

Pero, a propósito de lo que decías eso que “allá quédense con el concepto de moda que hacemos lo nuestro”, y esto de la lavada, un poco, de imagen y todo eso, como que moda lenta a mí siempre me ha parecido chistoso, por así decirlo, porque la moda se gestó justamente no como algo lento. Entonces, ¿qué tanto decir moda lenta también cae en esto de querer lavar la cara a la moda?

Mira, a mí me pasa que, por ejemplo, esos activismos para mí jamás los voy a indicar como algo negativo. No son mis enemigos. La moda rápida. Yo creo que eso sí hay que combatir y cuestionar, pero la idea de producir en otra escala e impactar menos el planeta, o sea, yo creo que hay, no sé si todas, pero hay genuinas intenciones de aportar y es desafiante, y es difícil. Y conozco a diseñadores que están, hace muchos años también, en esa resistencia y también entendiendo que ser diseñadora de moda, haber estudiado eso, que ese sea tu campo, tu manera de subsistir en Chile, en Perú que me imagino que es más o menos parecido, en el sur global y, aun así, con todas esas dificultades, ponerte en otro lugar, cuestionar esos sistemas tradicionales de producción, buscar impactar positivamente tu entorno, o más positivamente, cómo no voy a agradecerlo y encontrar nobleza en eso. Jamás lo indicaría como algo que hay que combatir, pero sí siempre desde el activismo hay que preguntarse por la efectividad de las estrategias que uno utiliza. Y yo me lo cuestiono también cuando hago teatro. También el teatro, como formato de… como estrategia política. También es algo que me lo cuestiono porque trabajo a otra escala. Estamos tan permanentemente invadides por las redes, por grandes modos de difundir más masivos, que estas estrategias de cambiar de escala, a veces, frustran, porque impactan de manera más pequeña, pero suman. Y creo que la decolonialidad también está vinculada a los formatos, a esas escalas de trabajo de producción de menor cantidad y también de asumir que, tal vez, tu activismo, tu hacer va a impactar en una menor escala. Pero eso te va a permitir no esclavizarte en, por ejemplo, las redes sociales, los likes, estar publicitando, estar generando para lograr llegar al… ¿Me entiendes?

Exacto. Bueno, para terminar, a nivel regional, a nivel latinoamericano, o tal vez a nivel de Chile, solamente, o Santiago, de acá a un futuro, ¿cómo sientes que nos vamos a vincular con nuestras prendas o cómo quisieras que nos vinculemos con nuestras prendas?

Son dos preguntas distintas. Desde ser creativo, artista, yo quisiera que nos vinculamos no solo con las prendas, sino con todo nuestro entorno de una manera más coherente, más empática, más placentera también, pero entendiendo el placer, no como el de unos pocos, sino como el placer que genera el saber que toda la colectividad está también disfrutando de eso. Pero lo veo años luz, igual. Creo que se requieren hartas batallas, harta incomodidad, estar dispuesto a hartas pérdidas, también, harto cuestionamiento para lograr un lugar que tal vez nunca llega.

Bonita manera de terminar la entrevista.

O sea, te lo digo, imagínate, tú que estuviste acá 2019 octubre en Chile, tantas personas perdiendo tanto su integridad física, su vida, y finalmente hoy en día cómo ha ido derivando el devenir de la historia. Pero tampoco ha terminado, espero que vuelva a tener más sentido. Yo creo que esa es una necesidad muy humana: encontrarle sentido a las cosas.

Fácil todavía estamos muy subsumidos en esa contradicción. Todavía no sabemos cómo…

Es que estamos sumamente aplacados por el poder. Desde ahí yo lo veo. Todo sube acá en Chile, por pandemia está todo más caro y las condiciones laborales están más precarizadas y se siguen flexibilizando las condiciones para que sea más fácil despedir a las personas. Entonces sí, es complejo. Es doloroso. Pero a la vez es urgente también. Eso mismo hace que sea urgente: cambiar y pensar y ser creativo. Yo veo que a nivel de encuentros, por ejemplo, que siempre nos están invitando a cosas, la idea de la imaginación es una pregunta permanente de encontrar, como que la imaginación fuera cierta balsa que en el presente nos permite darle llegada a un lugar mejor, y es bien romántico, poético, estético, artístico esa idea.

Como tú dices, las personas que tal vez estamos asociadas un poco al activismo necesitamos la cuota de esperanza, de lo romántico… sin que eso nos nuble en la vida.

Además, es el derecho a la poesía. Si en medio de todo esto, crueldad y dolor, también hay una necesidad humana de poesía, de belleza, pero de una belleza que no tiene que ver con los cánones de belleza, sino de emocionarte, de vivir experiencias que te conectan con otras cosas. Me encantaría que ese fuera el futuro, que todos pudiéramos acceder a eso, que hoy en día es el privilegio de unos pocos o se considera como un privilegio. Pero, aun así, las personas, yo los veo también, con condiciones muy precarizadas también están levantando, están bordando, están tejiendo. Están haciendo cosas hermosas, también. Así que sí, hay que visibilizar eso y que eso te nutra. Y yo creo que te permite sostener, sostenerte, sostener el resto, y le dé sentido.

Muchas gracias, Loreto, por este tiempo para conversar.